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No. 2795:
Carlos Finlay
de Maria Elena Soliño
Audio

Traducción de Helena Talaya-Manso

 

Hoy, un cubano ayuda a combatir la fiebre amarilla. El Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Houston presenta esta serie sobre las máquinas que mueven nuestra civilización y las personas cuyo ingenio las creó.

El americano medio conoce el nombre de Walter Reed, si no por otra razón, al menos por oírlo cada vez que un presidente americano hace su revisión anual en el Centro Médico Nacional que lleva su nombre. Reed ostenta el mèrito de haber ayudado a eliminar la fiebre amarilla, una enfermedad que repetidamente ha cambiado la historia. Una epidemia en Filadelfia en 1793 causó cerca de 4,000 muertes entre una población de tan solo 50,000. Esto hizo que el Congreso decidiera cambiar la capital de la nación a Washington,D.C. El Canal de Panamá solo pudo hacerse realidad cuando controlaron la enfermedad, debido a la alta mortandad causada por la fiebre amarilla. Durante un fallido intento por parte de los franceses de construir un canal en los 1880s, murieron cerca de 30,000 trabajadores. Parece ser que la fiebre amarilla llegó al Nuevo Mundo desde África de la mano del comercio de esclavos. Prominentes investigadores y público en general culparon a los inmigrantes, la suciedad urbana, el aire nocivo, la decadencia e incluso al pecado por contaminar a la gente de fiebre amarilla. Cuando en 1878 la fiebre amarilla provocó la muerte de 20,000 personas en el Sur de los Estados Unidos, en ciudades como Galveston y Nueva Orleans el comercio quedó paralizado ya que los ciudadanos ricos huyeron hacia el campo.

La enfermedad tambièn jugó un importante papel en la lucha de Cuba por independizarse de España. Como John Lawrence Tone nos recuerda, el comandante del ejêrcito de liberación, Máximo Gómez bromeaba que "sus mejores generales eran Junio, Julio y Agosto" (7). Los insectos y las enfermedades atacaban más eficazmente a los españoles que las armas de guerra.

Aunque su nombre se ha escuchado poco en los Estados Unidos, fue el cubano Carlos Finlay quien sentó las bases para el éxito de Reed en controlar la terrible enfermedad. El 18 de febrero de 1881, en la Quinta Conferencia Internacional de Sanidad celebrada en Washington, Finlay fue el primero en argumentar que la transmisión de la fiebre amarilla era debida a una particular variedad de mosquito y que la enfermedad podía ser detenida controlando esta población de insectos. Unos pocos años antes, el venezolano Luis Daniel Beauperthuy ya había lanzado esta teoría aunque lo hizo sin la base científica que aportó Finlay, quien llegó incluso a identificar la particular especie de mosquito. Pero nadie, en la época del auge en los estudios sobre las bacterias le escuchó, a pesar de que sus descubrimientos anticiparon por diecinueve años los hallazgos de Reed, el médico al frente de la Comisión Estadounidense en contra de la fiebre amarilla.

¿Por qué fueron ignoradas las teorías de Finlay? Probablemente la respuesta está en que era alguien de afuera, un cubano de madre francesa y padre escocés. Un serio impedimento en el habla combinado con un malentendido sobre su educación secundaria recibida en Francia, hicieron que su admisión en la Escuela Medicina de la Habana fuera denegada, lo que le llevó al Colegio Médico de Jefferson en Filadelfia. Como doctor, enfatizó el cuidado de los pacientes y ayudó a establecer el Sistema Nacional de Salud en Cuba en 1902, preocupándose más por sus pacientes que por impresionar a la comunidad científica.

Con demasiada frecuencia, grandes nombres respaldados por imperios poderosos -ya sean políticos o grandes compañías farmacéuticas–, echan de lado a los verdaderos pioneros científicos. Incluso hoy debemos preguntarnos cuántos de los que trabajan excluidos de la clase médica tradicional podrían ayudar a eliminar algunas de las enfermedades que aun hoy en día están causando estragos en nuestra sociedad.

Les habló María Elena Soliño de la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de la mente inventiva.

(Theme music)

Bibliografia
Revista Biomédica. Editorial. "Prosiguiendo la empresa de Carlos J. Finlay, desde Uruguay y Brasil hasta el Caribe y Norteamérica, tras 95 años de su muerte.ʺ Vol. 21, No. 3, sept-dic, 2010.

Crosby, Molly Caldwell. The American Plague. Berkley: Berkley Books, 2007.

Del Regato, J.A. "Carlos Juan Finlay (1833-1915)". Journal of Public Health Policy, Vol. 22, No. 1 (2001), pp. 98–104.

Murphy, Jim. An American Plague: The True and Terrifying Story of the Yellow Fever Epidemic of 1793. New York: Clarion Books, 2003.

Pierce, John R. and James V. Writer, Yellow Jack: How Yellow Fever Ravaged America and Walter Reed Discovered Its Deadly Secrets. New York: Wiley, 2005.

Tone, John Lawrence. "How the Mosquito (Man) Liberated Cuba." History and Technology. Vol. 18, No. 4 (2002), pp. 277–308.